Es increíble la manera en que
hemos aborrecido las diferencias y la manera tan pésima en como describimos un
corazón, lo describimos según nuestro parecer, aun dejando de lado la justicia
de Dios, creyendo que somos muy diferente a los perros, pero somos iguales, a
ambos nos late un corazón; como toda alma viviente.
Un corazón no es un juego de
estrategia, en donde cada quien lo usa a su manera y a su beneficio propio, no
podemos pretender definir a alguien simplemente por su color de piel o
inclinación religiosa, nadie tiene la verdad absoluta y en el amor mucho menos,
no olvidemos que en una parte del mundo los perros son solo animales, y son
sacrificados para el festín propio, pero quizás en tu país no, quizás en tu
país un perro es más que un animal; amigo, compañero, cómplice, el amor de tu
vida, la fidelidad hecha alma.
Somos más tolerantes ante cosas
beneficiosas, movidos bajo el interés social por no desencajar y seguir el
patrón de conducta que hemos conocido tanto, por eso ante lo nuevo o nunca
antes visto nos volvemos portadores de la justicia y el señalamiento. Unas
palabras de un hombre hacia su amigo fueron: “Tu amor fue para mí más
maravilloso que el amor de las mujeres”, es tomado de la mejor manera ya que se
conoce el origen de estas, pero unas palabras similares hoy en día serian
petardos dentro de los oídos frustrados por quienes no aceptan una verdad que viene desde años
atrás, una verdad diferente a las demás.
Antes no era tan aborrecido, pues
antes no era tan evidente escuchar a alguien gritarle a otro a viva voz y con
furor: ¡MARICA!, la fuerza por direccionar a quienes consideramos pervertidos,
nos hace totalmente débiles ante la real justicia de Dios, no podemos pretender
amarrar al perro porque mordió, lo seguirá haciendo porque es lo que hacen los
perros, aun los domesticados, su naturaleza los obliga a ladrar para
posteriormente morder.
El hombre no se puede domesticar.
No señalemos a gritos heridos como si nos doliera la humanidad; matamos,
hurtamos, envidiamos, odiamos, destruimos, herimos, quizás no lo era, ni lo
será, pero hoy en día es, es nuestra naturalidad y por la gracia y misericordia
de Dios no estamos amarrados como perros.
Imagen tomada de Internet.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWmlGEjW6cMAiNo5ReV3zC-KBW74aXyTIBU1IDc8CGdgu7M75J6TPvW92BMkf7IlOvyg7G9sL90joqtsJbi7MfU0vtP2nM7EA2635BdsowiAsJDEa5DzUdfGJEFTw7zdVpzWQ57wxvyIOT/s1600/acolyte5x.jpg
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